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Preocupación por la situación financiera del ejército

10.05.2024 – Christof Forster

¿Disponen las fuerzas armadas de suficientes recursos? Esta es la pregunta que Suiza se estuvo planteando durante las primeras semanas del año.

Todo comenzó con un comunicado emitido por los altos mandos militares: debido a las difíciles circunstancias financieras, el ejército había decidido cancelar varios eventos, entre ellos un gran espectáculo aéreo en Emmen. Este anuncio causó gran revuelo. A partir de ese momento, el Jefe de las Fuerzas Armadas, Teniente General Thomas Süssli, se esforzó por explicar a los alarmados políticos y medios de comunicación qué debía entenderse por “falta de liquidez”, ya que esta pregunta estaba en boca de todos. La Consejera Federal Viola Amherd guardó silencio durante mucho tiempo antes de intervenir personalmente. Desde entonces los ánimos se han calmado; pero al menos podemos afirmar una cosa: la dirección de las fuerzas armadas aún no ha alcanzado su pleno potencial en materia de comunicación.

No fue casualidad que Thomas Süssli cancelara un espectáculo aéreo y otros actos públicos: aunque su coste es incomparablemente inferior al de los nuevos cazas, estos actos gozan de gran popularidad entre la ciudadanía. El jefe del ejército recibió así la atención que estaba anhelando. Una de las razones que adujo para la cancelación fue la “situación de liquidez”. ¿Pero a qué se refería con eso? ¿Acaso estaba el ejército al borde de la bancarrota?

¿Faltan mil millones de francos?

Aunque ignoramos si fue casualidad o no, el hecho es que algunos días más tarde la radio SRF informó de un documento interno del Estado Mayor de las fuerzas armadas, según el cual el ejército tendría un faltante de más de mil millones de francos en 2024 y 2025 para pagar las facturas pendientes de los nuevos armamentos. El documento citado por SRF se refiere explícitamente a la “falta de liquidez”: un problema que es, al menos en parte, de cosecha propia, ya que el ejército no ha respetado sus propios planes financieros.

¿Un poco “lost in translation”? El jefe de Armamento Urs Loher, el jefe del Ejército Thomas Süssli y la presidenta de la Confederación y jefa del departamento de Defensa Viola Amherd dan explicaciones en Berna. Foto Keystone

Los encargados de la planificación financiera del ejército ya sabían desde hacía muchos años que la adquisición de nuevos cazas y el refuerzo de la defensa antiaérea serían una operación financiera de gran envergadura dentro del estrecho marco presupuestario asignado. Por esta razón se decidió que el ejército se abstuviera de encargar material de defensa, limitándose a unos pocos pedidos durante varios años, con el fin de liberar fondos. Sin embargo, este plan no se respetó: a partir de 2020, el ejército solicitó al Consejo Federal y al Parlamento que aprobaran compras de armamento mayores de las presupuestadas. Desde entonces, el ejército ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. En 2022 surgió una solución inesperada a sus problemas: tras el ataque ruso a Ucrania, el Parlamento decidió aumentar rápidamente los gastos de defensa, elevando el presupuesto militar al 1 % del PIB hasta 2030, para que en ese lapso pasara de 5 300 millones a 9 500 millones de francos. Haciendo caso omiso de las advertencias del Departamento de Finanzas, los militares empezaron entonces a planificar sus compras de armamento en base a las resoluciones parlamentarias.

Sin embargo, solo un año después, el Consejo Federal en pleno pisó el freno en vista del ajustado presupuesto federal: exigió que el presupuesto militar no aumentara al 1 % del PIB hasta 2030, como pedía el Parlamento, sino solo hasta 2035. El Parlamento aceptó este aplazamiento de cinco años que, si bien puede parecer poco relevante sobre el papel, no deja de tener importantes consecuencias: de aquí a 2035, el ejército dispondrá de muchos menos recursos (“solo” unos 5 300 millones de francos) para sus compras de defensa. De ahí que el ejército tenga contratos de compra pendientes para los que ya no dispone de presupuesto. Sobre este hecho han querido llamar la atención los altos mandos militares.

Una terminología que crea confusión

Sin embargo, debido a una comunicación bastante torpe y una terminología poco clara (“falta de liquidez”), el público tuvo la impresión de que el ejército se quedaría pronto sin recursos. Tal no es el caso, aseguró Viola Amherd unas semanas después, en una entrevista al Neue Zürcher Zeitung. La razón del malentendido, según Amherd, es que la expresión “falta de liquidez” no posee el mismo significado entre los militares y el público en general: en el ejército, no implica la imposibilidad de solventar las facturas pendientes.

A corto plazo, los responsables financieros del ejército resolverán el problema aplazando regularmente sus proyectos y, por tanto, sus pagos. Pero esto no disipa el malestar de fondo: la discrepancia entre la lista de deseos del ejército y los recursos que se le destinan.

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