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  • Editorial

Los casos individuales también cuentan

15.11.2016

La Confederación tiene que ahorrar: esta consigna impacta actualmente toda la vida política en Berna. El freno a la deuda y el programa de estabilización son temas omnipresentes. Hay que ahorrar en la ayuda al desarrollo, en el sector educativo, en todos los niveles.

¿En todos? De acuerdo con los recortes que se tienen previstos, actualmente la agricultura sale mucho mejor parada de lo esperado, ya que se le concederán más de 2 500 millones de francos en forma de pagos directos anuales. Si bien los agricultores consideran que reciben lo justo, para mucho ciudadanos ajenos a este gremio la política agraria de la Confederación no deja de resultarles algo desconcertante.

El poder del lobby de los agricultores en el Parlamento es un hecho innegable. En la nueva constelación política, que se caracteriza por el poder reforzado de la UDC, más de veinte representantes de los agricultores (de la UDC, el PDC y el PLR) ocupan escaños en el Consejo Nacional. Su influencia es considerable, como ha quedado demostrado últimamente, no sólo en la expresión de satisfacción que pudo observarse en el rostro del Presidente de la asociación agropecuaria, el Consejero Nacional del PDC, Markus Ritter, sino también a través de varias decisiones que se han tomado en la sesión de otoño.

No obstante hay que ser ecuánime. Mientras que las grandes explotaciones se benefician ampliamente de las cuotas de distribución de los pagos directos, debido a distintas enmiendas legislativas las granjas más pequeñas se encuentran en clara desventaja. Se ha eliminado de la Ley Agraria el límite de patrimonio y de ingresos, a la vez que se ha reducido el escalonamiento de las subvenciones según la superficie. Así, los pequeños y medianos agricultores, que ya se las veían negras, se encuentran sometidos ahora a una cada vez mayor presión y las explotaciones de este tipo continuarán desapareciendo. Actualmente, los más afectados son los productores de leche.

Marko Lehtinen, Redactor Jefe

Ésta es la otra cara de la moneda: la historia de cada granja que lucha por sobrevivir es un caso individual que bien merece tomarse en cuenta –como la historia de Res Burren, el último productor de leche de la aldea de Aekenmatt, al que dedicamos un artículo en la presente edición–.

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